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Artículo del periódico MUNDOCOLOR Montevideo, agosto de 1978 ULTIMA PARTE: En las puertas del océano.

Cuando se aleja de tanto trajín, la cantante pasa a vivir en su estancia de cuatro hectáreas en Malibú, a treinta millas de Los Angeles. Allí está cerca del Pacífico, en un lugar en que el océano se viste de un color azul indescriptible con su fondo de colinas. En esa residencia tiene un sitio para sus siete perros y diez caballos; cinco de éstos llegaron a ganar en una sola jornada en un hipódromo vecino. La tranquilidad de esta vida y el suceso alcanzado con Grease, no le alcanza: “No puedo creer que haya hecho un film”, se le escucha decir maravillada, “Pienso tener más de lo que jamás he tenido”, insiste más tarde. Ahora su figura atraviesa el mundo; rubia, con cola de caballo, corriendo con zapatos de tenista, en Grease ha sido lanzada a otro país fantástico: el del cine. Nada mal para una inglesita provinciana, saltar del anonimato australiano a la fama mundial.

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