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Artículo del periódico MUNDOCOLOR
Montevideo, agosto de 1978
TERCERA PARTE:
GREASE
A esta altura Olivia Newton-John tiene editados 7 long plays y 16 discos simples de los que se han vendido una cifra mayor a los 25 millones de copias. Coincidentemente la muchacha se convierte en un hit en las grandes ciudades europeas. Este proceso tendría su instancia culminante cuando la joven es contratada para la versión cinematográfica del imponente éxito de Brodway, Grease. Era el último eslabón que la lanzaría al cielo de estrellas de los Estados Unidos; es decir, del país más poderoso en materia de espectáculos. La filmación de la obra ya fue creando todo un clima de expectativa generado por el descomunal suceso alcanzado por John Travolta. El título del film hace alusión al brillante fijador que usaban los muchachos neoyorquinos allá por la década del 50. La obra parece que quiere ser un retrato de la juventud de ese tiempo; en ese marco Olivia Newton-John aparece rubia y luminosa, tan inocente y agradable como un viento fresco que llega con el amanecer. La incorporación de la cantante a esa película impulsó su propia carrera; hace especiales para la BBC de Londres y para la ABC, se presenta en el Metropolitan de Nueva York, es invitada especial en el jubileo de plata hecho en honor de Isabel II, en sus 25 años de reinado. En este último año y medio la vida de Olivia Newton-John ha cambiado. Su apariencia puede ser frágil y vulnerable a ojos ajenos; sin embargo, la joven ha mostrado una garra muy especial para pelear contratos, mejorar su cachet y disputar con energía los puestos de privilegio en espectáculos compartidos con otras grandes figuras. “Quiero ser la cantante más popular del mundo”, afirma sin empacho. Hay quienes aseguran que llegará a serlo; más, hay quienes señalan que está en las puertas de serlo. Su imagen pública es la de una mujer espléndida, siempre de buen humor, siempre dispuesta a recibir y hacer bromas. Pero hay ciertos conflictos que la atraviesan; su ambición profesional la ha convertido en una muchacha con caídas de ánimo y de estados variables. Desmiente la epidérmica sensación de ser una persona propensa a ser quebrada por los demás, con la fortaleza de un ser que trabaja permanentemente compartiendo recitales en vivo y sesiones de grabación. No han sido sus únicos cambios: ennoviada durante cinco años con su promotor Lee Kramer, hoy esa relación se ha hecho añicos. “Somos amigos y él es un ejecutivo muy competente. Toda la parte administrativa de mi carrera corre por su cuenta”, manifiesta Olivia. Ella además hace publicidad de su propia fortaleza: “Soy una roca”, expresa. Sus amigos aseguran que la comparación es acertada; cuando algo le cae bien, ella encuentra un modo de manifestarlo. Quien está cerca suyo y le desagrada, seguramente que caerá en desgracia. Las personas más cercanas a Olivia Newton-John aseguran que ha entrado en una etapa peligrosa: el éxito obtenido en Grease hace que esté pensando demasiado en imponer su personalidad en el séptimo arte. “Puede distraer su mayor capital que ha sido la música”. Indica alarmado un comentarista norteamericano. También preocupan sus devaneos sentimentales: se habla de que John Travolta ocupa un sitio afectivo muy importante en su vida. “Simplemente nos llevamos bien”, dice el divo. También se la vincula amorosamente al gobernador de una ciudad californiana, a un joven rockero que está en el inicio de su carrera, a un muchacho australiano que fue su compañero en el colegio. Ella alimenta el fuego de los chismes con sonrisas de conspiración: “Soy libre. Es todo lo que ustedes deben saber”, contesta cuando se le formulan preguntas.

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